Este fin de semana, el presidente Donald Trump lanzó una medida fuerte contra Colombia: un arancel del 25% a todas las importaciones desde ese país. ¿La razón? Colombia se negó a aceptar vuelos de deportación desde Estados Unidos. Además, la Casa Blanca impuso restricciones de visa y amenazó con subir aún más los aranceles si no había acuerdo.
El presidente colombiano Gustavo Petro respondió inicialmente con críticas y anunció aranceles en represalia a productos estadounidenses. Pero para el domingo en la noche, accedió a las demandas de Trump confirmando que aceptará los vuelos de deportación. Incluso, ofreció su avión presidencial para ayudar con el proceso.
La medida hizo temblar a la cadena de suministro, ya que varios productos clave para EE. UU. provienen de Colombia. Por ejemplo:
- Flores: Colombia es el mayor proveedor de flores frescas como rosas y claveles, con el 59% de las importaciones.
- Café: El café colombiano, que ya ha subido de precio, podría haber sido aún más caro.
- Frutas y verduras: Productos básicos como bananos, aguacates y limones habrían visto un aumento en sus costos.
- Tilapia: Colombia aporta el 48% de los filetes frescos de tilapia que se importan a EE. UU.
¿Por qué nos importa?
El conflicto reciente con Colombia deja sobre la mesa que «jugar» con los aranceles es una carta que la administración de Trump no teme usar. Y para los camioneros significa una llamada de atención a las estrategias políticas.
Cualquier cambio en la cadena de suministro afecta a los camioneros. Menos productos importados pueden significar menos carga para transportar. Además, los costos más altos de estos bienes podrían reducir la demanda de transporte en algunos sectores.
Aunque el conflicto con Colombia se resolvió rápidamente, sirve como recordatorio de que los camioneros son una pieza clave en un sistema vulnerable a las decisiones políticas.