En un mundo donde el cuidado al medio ambiente es prioridad, es casi imposible imaginar que un camión consuma un litro de nafta por cada 100 metros. Pero sí existió. Y no tan lejos en el tiempo.
Este gigante sobre ruedas se ganó el apodo de «Dragón» por su descomunal consumo de gasolina. Su creación se debió a la necesidad de transportar cargas pesadas luego de la Segunda Guerra Mundial. Con un motor naftero de 240 caballos de fuerza, podía mover hasta 100 toneladas a una velocidad máxima de 40 km/h.
Lo más sorprendente no era su capacidad de carga, sino su voraz apetito por la gasolina. Consumía un litro de combustible cada 100 metros, lo que equivalía a 1,000 litros para recorrer apenas 100 kilómetros.
A pesar de su exorbitante consumo, el «Dragón» cumplió con éxito su trabajo en la prefectura de Nagano, transportando enormes cargas como transformadores eléctricos y piezas para la construcción. Los conductores, incluso, encontraron un lado positivo en su sed insaciable de gasolina. El tubo de escape, que emitía llamas, les proporcionaba una calefacción adicional en los fríos inviernos.
Aunque se desconoce el número exacto de unidades fabricadas y exportadas, en 2015 una unidad abandonada durante años fue descubierta en una fábrica y sometida a un proceso de restauración de tres años.
El «Dragón» fue fabricado por Pacific Car & Foundry Co, mejor conocida como Paccar, bajo el modelo oficial de M26 Tank Transport.